Una noche…..
|Una noche de la semana pasada, mi mujer y yo nos metimos en la cama.
Estábamos tonteando, la pasión empezaba a calentarse, cuando de repente ella dice: “No tengo ganas, sólo quiero que me abraces”.
Yo dije: “¿Qué? ¿¡Entonces a qué venía todo eso!?”
Entonces ella pronunció las palabras que todos los maridos del planeta temen escuchar…
“Simplemente no estás lo suficientemente en contacto con mis necesidades emocionales como mujer, para que yo pueda satisfacer tus necesidades físicas como hombre”.
Ella vio mi mirada desconcertada y dijo: “¿No puedes quererme por lo que soy y no por lo que hago en el dormitorio?”.
Comprendiendo que esa noche no iba a pasar nada, me fui a dormir.
Al día siguiente decidí tomarme el día libre en el trabajo para pasar tiempo con ella. Salimos a comer y luego fuimos de compras a unos grandes almacenes sin nombre.
La acompañé mientras se probaba varios trajes muy caros. No podía decidirse por uno de ellos, así que le dije “los compraremos todos”.
Quería zapatos nuevos para complementar su ropa, así que le dije que comprara un par para cada conjunto.
Fuimos a la sección de joyería, donde eligió un par de pendientes de diamantes.
Déjenme decirles que estaba muy emocionada. Debió pensar que me faltaba una ola para naufragar.
Empecé a pensar que me estaba poniendo a prueba porque me pidió una pulsera de tenis cuando ni siquiera sabe jugar al tenis. Creo que la desconcerté cuando le dije: “Está bien, cariño”, y estaba casi al borde de la satisfacción por la emoción.
Sonriendo con excitación, finalmente dijo: “Creo que esto es todo, vamos al cajero”.
Apenas pude contenerme cuando solté: “No cariño, no me apetece”.
Su cara se quedó completamente en blanco mientras su mandíbula caía con un desconcertante “¡¿Qué?!”.
Entonces le dije: “¡De verdad, cariño! Sólo quiero que aguantes esto por un tiempo. No estás lo suficientemente en contacto con mis necesidades financieras como hombre, para que yo satisfaga tus necesidades de compra como mujer.”
Y justo cuando tenía esa mirada como si fuera a matarme añadí: “¿Por qué no puedes quererme por lo que soy y no por las cosas que te compro?”.